El sábado cuando volvía para casa sentí la necesidad de acudir al parque donde tantas veces me he reunido conmigo misma. El sitio que he recorrido infinidad de ocasiones en bici y andando, el lugar donde decidí dar descanso a mi mascota favorita, otro de mis rincones fetiche.
La ansiedad vuelve a atacar estos días y apenas encuentro momentos para relajarme, no sé hacerlo y sé que debo trabajar en ello. Una vuelta al lago calmó el dolor en el pecho y me permitió escucharme mientras las gaviotas interferían con mis pensamientos enlazados sin mucho orden ni sentido.
Volví atrás en el tiempo, a las tardes en que intentaba huir de mi enfermedad controlando sus efectos, a los días grises llenos de barro que, no obstante, liberaban mis pulmones.
Volví a pensar y pensar en mi madre, de la forma que siempre hago últimamente, pienso en todo lo que se pierde , lo que no ha podido ni podrá disfrutar, todo lo que no puedo compartir con ella.
Y no sé si me ayudó o no visitar este lugar de nuevo pero la necesidad que tenía de hacerlo pudo conmigo así que supongo que hice bien.