Ha sido un verano intenso donde los haya, lleno de risas y
viajes de todo tipo. Cumplí mi sueño pirata después de pensarlo y repensarlo.
Me alegro infinito porque no me decepcionó lo más mínimo y este era el año para
hacerlo, quién sabe qué será de mí el próximo.No quiero dar más pistas porque lo quiero intacto y mis millones de seguidores podrían echarlo a perder.
Pero fue tan solo el comienzo del verano, detrás vino un
viaje sorpresa (mía, claro) a tierras extremeñas siempre tan acogedoras. Y cómo
olvidar el finde en casita de una amiga super atómica a la que me encantó ver
jugar, mandar y organizar en la piscina, mientras mis otras niñas grandes
disfrutaban de lo lindo y las mayores nos poníamos ciegas de cerveza y patatas.
Gracias, gracias por ser tan especial.
Y llegó agosto y por fin pudimos hacer otro viajecito que
llevaba pendiente desde enero y que siguió alimentando mi idea de que debí ser
viajante en otra vida. Ahora no vendo nada en mis viajes, de hecho tampoco compro casi nunca,
pero disfruto cada segundo del aquí para allá. Unos kilómetros más para
exprimir la Ribera Sacra y vuelta a casa, que ya es hora.
Todavía quedaba una mini escapada docente, este año llena de
niños, de esas que me reconcilian con las multitudes que normalmente tanto
odio.
Y en medio de todo esto, millones de risas en un chat loco
de profes sin decencia que se ha convertido en terapia para muchas de nosotras
y lugar de encuentro de un grupo del que
nunca pensé formar parte.
Pensarán algún@s después de este post que qué suerte tengo, que vaya vidorra me
pego, pero es@s nos saben que también está siendo un verano cruel e implacable
como el paso del tiempo, el último verano.